Desde mi experiencia

Llevo escribiendo desde los 12 años. Diez largos años escribiendo y borrando, corrigiendo, tirándome de los pelos al encontrar que nada me resultaba satisfactorio o que los datos no cuadraban del modo que me habría gustado. Y el estrés... Madre mía, maldito estrés.

Busqué aprender de los grandes autores. ¿Cómo demonios hacían no sólo para lograr convivir con ése estrés, sino también cómo ataban todos los cabos necesarios para terminar una novela? 

Leí gran cantidad de libros, intentando aprender de ellos, en especial uno de Stephen King (Mientras Escribo), en el que aconseja a los escritores noveles qué pasos seguir al iniciarse en este mundo tan bello y complejo. También leí gran variedad sobre artículos de orientación narrativa buscando que alguien respondiese a mi mayor pregunta:

¿Cómo escribo?

Tardé tiempo en darme cuenta de que la respuesta era muy sencilla: como te dé la gana.

Fácil, lo sé; sin embargo, yo tenía un enemigo puñetero que me susurraba que lo que hacía no siempre estaba bien. Miedo, se llamaba.

Con este primer artículo quiero compartir con vosotros mi primera experiencia publicando un libro, que fue bella, pero también dura. Inseguridades, críticas, bloqueos artísticos... De todo.

Sin embargo, empleé mis tres tés: Tenacidad, Tesón y Testarudez. No me daba la gana, no. Nací para ser escritor, quería ser escritor y eso haría. Punto.

Nunca encontré mi estilo, todavía. Me gusta escribir de todo, ser flexible e imaginar escenas diversas a partir de las cuales surge una historia. Estoy seguro de que tengo estilo propio; pero, sinceramente, no lo conozco. Sí, ésa era otra de mis preocupaciones.

A lo largo de mi corta carrera de escritor me encontré con grandes muros y ahora, en plena promoción de mi libro, veo que tan sólo he llegado a la mitad. ¿Triste? No, ¡espero que no pienses eso!

Con este artículo, tal y como he dicho, quiero contarte mi experiencia para que:

  1. No caigas en la desesperación.
  2. No te rindas.
  3. No cometas los mismos errores que yo.
  4. No te dejes llevar por la inseguridad.

Una de mis mayores preocupaciones cuando empecé seriamente con mi carrera fue la marca, aquello que distingue al escritor. Olvídate de hacerlabuscarla. Surgirá. ¿Cómo? Eso nos lleva al punto siguiente: escribiendo. Lee, mucho. Escribe cada día; sin embargo, discrepo con algunos autores que no aprueban el uso de esquemas o pequeños esbozos. No te tires a una piscina demasiado llena de agua: te ahogarás.

Organiza tus ideas, haz un esbozo de la idea que tienes, personalmente aconsejo elaborar mucho los personajes para que no queden planos. Escribe una sinopsis extensa de tu idea, indicando la introducción, el desarrollo y el desenlace. No te excedas demasiado, pero que sí te sirva como una guía cuando te sientes frente al ordenador. Otro buen consejo es escribir un número aproximado de capítulos o cómo piensas (en caso de que lo hagas) dividir las partes de la novela.

Todo ello, a la hora de escribir, servirá para ayudarte a orientarte mientras tu imaginación vuela. Así lo hice yo y, junto con la escritura diaria, resultó efectivo.